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Microsoft concreta el mayor acuerdo global para eliminar carbono de forma permanente

  • Foto del escritor: ADRIAN GILDARDO RODRIGUEZ VILLAZANA
    ADRIAN GILDARDO RODRIGUEZ VILLAZANA
  • 24 may
  • 3 Min. de lectura

Autor del artículo: ExpokNews

Fecha de publicación: 15 de abril de 2025

Palabras clave: eliminación de carbono, sostenibilidad corporativa, tecnología BECCS, cambio climático, energía limpia.

Cuando Microsoft anuncia que comprará 6,75 millones de toneladas métricas de CO₂ a lo largo de los próximos 15 años, no se trata de un gesto simbólico, sino de una apuesta estratégica por demostrar que la descarbonización puede ir de la mano con la rentabilidad (ExpokNews, 2025). ExpokNews relata cómo esta operación con AtmosClear respaldada por Fidelis marcará un antes y un después en el mercado de captura y almacenamiento de carbono (CCS). La historia se cuenta desde el pulso de las comunidades de Greater Baton Rouge, donde la nueva planta BECCS (bioenergía con captura y almacenamiento de carbono) levantará de sus cenizas industriales históricamente contaminantes un epicentro de energía limpia, empleo local y gestión sostenible de residuos agrícolas.


El texto se organiza en siete bloques temáticos que guían al lector desde lo macro hasta lo micro. Primero, se presenta el acuerdo en su dimensión global, detallando la magnitud del volumen de CO₂ comprometido y el plazo de 15 años. A continuación, se describe la tecnología BECCS, explicando el principio de funcionamiento que convierte el bagazo de caña y desechos forestales en energía mientras atrapa CO₂ de forma permanente. El tercer bloque aborda el impacto socioeconómico, cuantificando la inversión de 800 millones de dólares y los cerca de 675 empleos (600 en construcción y 75 permanentes). El cuarto analiza cómo esta operación redefine el CCS como mercado inviable, y el quinto evalúa la replicabilidad del modelo en regiones agrícolas. El sexto expone las voces de los protagonistas Daniel Shapiro y Brian Marrs, y el séptimo concluye con un llamado a las empresas para que asuman compromisos a largo plazo y registren resultados tangibles.


El informe profundiza en la tecnología BECCS, mostrando que al quemar biomasa residual bagazo de caña o residuos forestales en una planta diseñada específicamente, se puede generar electricidad limpia al tiempo que se captura el CO₂ emitido y se almacena de manera subterránea (Smith et al., 2024). Esta combinación dual es clave: por un lado, evita que los residuos agrícolas terminen liberando carbono en vertederos; por otro, produce energía de base, mitigando la intermitencia de otras fuentes renovables. La instalación en Baton Rouge, con inicio de obra en 2026 y operación prevista para 2029, promete retirar 680 000 toneladas de CO₂ biogénico cada año. Más allá de la ingeniería, el proyecto se asienta sobre un enfoque de economía circular que involucra a agricultores, gestores forestales y comunidades locales, garantizando una cadena de suministro sostenible (García & Ramírez, 2023).

Al sellar un pacto que se extiende quince años en el tiempo, Microsoft asienta un nuevo estándar: la eliminación de carbono deja de ser una mera compensación para convertirse en una obligación medible y renovable (Shapiro, 2025). El artículo concluye que las grandes corporaciones ya no pueden escudarse en la falta de alternativas tecnológicas viables, pues BECCS y otras soluciones de alta calidad ya están en marcha y generando retornos. Aquellas empresas que no integren estos mecanismos de remoción permanente en su hoja de ruta climática se expondrán a riesgos reputacionales y financieros crecientes, especialmente en un entorno regulatorio que evoluciona hacia reconocer las inversiones en CCS como activos verdes.


Para el Tolima, región donde las sequías y el estrés hídrico golpean a caficultores y arroceros en municipios como Honda e Ibagué, este caso de Microsoft y AtmosClear ofrece una lección de adaptación práctica (IDEAM, 2024). Imaginemos plantas BECCS que utilicen residuos de palma o de poscosecha de café: no solo retirarían CO₂, sino que generarían empleo rural y mejorarían suelos degradados. En Colombia ya hay experiencias alentadoras, como las de la Universidad del Magdalena en fincas bananeras, donde se ha implementado captura de carbono con resultados tangibles en productividad y bienestar comunitario (Universidad del Magdalena, 2022). Contrastarlo con la anulación de regulaciones ambientales de la era Trump que relegó la crisis climática a un tema secundario refuerza la idea de que, cuando el sector privado lidera con pasos audaces, se siembran las semillas de una resiliencia de largo plazo, al margen de la volatilidad política (Lopez, 2021).

En definitiva, el mayor acuerdo global para eliminar carbono de forma permanente no es solo un titular contundente, sino un guion para que regiones vulnerables como el Tolima diseñen su propia transición energética y climática, inspirándose en un ejemplo que pone lo local al servicio de una meta global.

 
 
 

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